domingo, 1 de mayo de 2016

Los alegres años Ye-yé

                                                                              Carátulas de la serie de TVE -imagen de internet-

Me confieso fan total de la serie " Cuéntame", aunque a decir verdad, dejó de interesarme tanto a medida que Carlitos fue dejando su niñez. Y es que , cuando el protagonista comenzó su historia, contaba con la misma edad que yo en la misma época. Aquellos felices años 60 en los que, al igual que Carlitos , una servidora jugaba  y se divertía con sus amigos de vecindario, en un barrio cualquiera de la ciudad.
Yo también crecí con el "Yesterday", las canciones de Nino Bravo y los primeros años de Eurovisión, cuando sí contaba la canción y no el país de donde fueras. Cuando la vieja Europa aún estaba entera aunque, bien es cierto, que lucía menos abierta y más encorsetada y represiva que ahora. Sobre todo para nosotros, los pobres españolitos que, bajo el vil yugo de la dictadura , ignorábamos todo el potencial de nuestro bello país y lo que éramos capaces de hacer permaneciendo unidos y en pos de nuestro ideal para vivir en libertad.
Ajenos a todo esto, recuerdo cómo nos divertíamos aquellas tardes al sol, los domingos en el parque , comiendo gominolas, pipas , regalices y otras tantas chucherías , mientras matábamos el tiempo charlando, riendo o simplemente cortando rabos de lagartija. No necesitábamos ir muy lejos para encontrar diversión; bastaba una pelota y ganas de pasarlo bien. No necesitábamos tampoco móvil, wash-app y otras modernidades actuales para quedar con " nuestra gente "; era suficiente bajar a la calle y esperar o llamar al timbre de los portales vecinos ; la mayoría de las veces no hacía falta, pues ya aguardaban impacientes asomados a la ventana o al balcón de sus casas; teníamos nuestras propias señas, rituales y reglamentos de actuación para estos casos.
Éramos felices jugando a cualquier cosa: pídola, el escondite inglés, la comba, las canicas , las chapas o simplemente reuniéndonos en torno al televisor del amigo más pudiente, para ver juntos los programas infantiles del momento: El concurso cesta y puntos o " los Chiripitiflauticos" : Con el despistado " Capitán Tan" , el simpático "Locomotoro" y la dulce Valentina, nuestros ídolos de entonces...
Recuerdo el alegre cromatismo del papel pintado en las paredes de mi casa , los baldosines de un blanco nuclear, contrastando con los vivos colores de los muebles de formica que vestían la inmensa cocina. En ella, pasábamos gran parte de tarde donde mi madre cosía ( pues también aprendió corte y confección como la madre de Carlitos, para ahorrarse unas pesetas en vestir ) con la oreja pegada al enorme aparato de radio que presidía esa pieza de la casa. Mi madre nos reunía en torno a ella mientras tomábamos la merienda ( el deseado pan con chocolate o mantequilla de colores ); Gracias a ella, cogí el gusto por la escucha radiofónica de las series noveladas ó del famoso consultorio de Doña Elena Francis, una psicóloga de la que todo el mundo hablaba  pero que nadie conocía, porque resultó ser una argucia comercial para atraer audiencia entre las amas de casa.
Crecí también al ritmo de las chicas Ye-yé ( Karina, Marisol ...con sus alegres canciones ) y las películas de la Montiel o Rocío Dúrcal  ( Mi madre no se perdía una y cogidas de la mano, nos llevaba sí o sí a todos sus estrenos) .
Nunca olvidaré nuestro primer televisor con solo dos cadenas ( TVE y la UHF ) , su carta de ajuste, sus programas musicales , de entretenimiento y los combates de boxeo, al anochecer. Era lo que había , sin mucho donde elegir. Pero éramos felices pues lo poco que teníamos lo podíamos compartir con los que teníamos cerca...
Tampoco olvidaré nuestro primer coche - Un seat 600, un " seíta " como solía llamarse  - en color azul cielo, el mismo que creí tocar cuando mi padre nos llevó a ver el mar por vez primera. Todo eran emociones, sensaciones, alegría y frenesí.
Ingenuidad e inocencia al 100% en nuestra niñez , creíamos en la cigüeña, sus Majestades los Reyes Magos y en la magia del circo.
La 1° decepción años después, fue descubrir que no fue el rey Melchor, sino mi padre, quien crei ver entrando de hurtadillas en mi habitación para dejarnos los juguetes a mi hermana  y a mi , pues al igual que Carlitos y Tony, compartíamos  dormitorio.
La 2° decepción fue descubrir cómo venían los niños, a la par que excitación al saber de aquel acto prohibido...
Las primeras lágrimas vinieron con la adolescencia pues, al igual que en la serie, algunos amigos comenzaron  a emigrar del barrio y en una gran ciudad y siendo tan pequeños , difícil era volver a encontrarnos. Años más tarde, lo hicimos también nosotros, buscando prosperidad como decía mi padre; nos marchamos del barrio, de nuestra ciudad , a unos cuantos kilómetros de distancia , cambiando así el rumbo de nuestras vidas. En los años siguientes pasaron otras cosas , pero siempre recordaré con entrañable añoranza, aquellos dulces años de mi niñez, que me enseñaron el placer de las pequeñas cosas , la alegría de compartir y el poder de la inocencia.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                ©Vegalur








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